
A todos los marineros que andan en aguas revueltas y a todos los que llegaron sanos a puerto.
Esto es para la gente que quiero, para los que me quieren, para los que permanecen en la distancia, para los que no conozco, para todos...
Esto es lo que quiero contaros. Una carta, mi legado, y una oración.
El mensaje es que a lo largo de mi vida, aprendí una gran verdad. Y es que he sido muy afortunada, ya que he tenido oportunidad de amar, y de ser amada en varias ocasiones, y con tanta intensidad como si fuera la primera vez. Que he conocido el amor en su máxima expresión, y lo he disfrutado al máximo.
He encontrado lo que todos de un modo u otro buscamos a lo largo de nuestra vida, aunque desgraciadamente no todos tienen la suerte de encontrar: La única persona en el
mundo a quien estaba destinado a amar. Alguien que desde el instante en que la conocí, me dió la serenidad y la tranquilidad del que tiene un verdadero hogar. Y nada, absolutamente nada, ni las tinieblas del desasosiego, ni las sombras de la duda, ni siquiera la terrible pero insignificante muerte, podrán destruir ese hogar.
Mi oración es para que todos, absolutamente todos,
podais conocer a lo largo de vuestra vida un amor así, y de este modo, podais sanaros
con él. Se que si en el Cielo se escucha mi oración, cesará la rabia, la ira, y el perdón y el Amor se apoderará de nuestros corazones. Te lo ruego, Señor. Amén.
Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite
ResponderEliminarencendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice: - ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves...
Entonces, el ciego le responde:
- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...
- No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil...Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás...¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento...
¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás