
me acuerdo que cuando estaba embarazada Karla me decía que un hijo era lo mejor del mundo, que los amas, los adoras, que te los comes. y a mi me daba miedo no llegar a sentir eso por Nico. y no es que no lo sintiera mientras lo tenía en la tripita, no. cada vez que me daba una patadita, lo quería mucho más. cada día que pasaba se me hacía interminable la espera. me moría de ganas de tocarlo, de verle la cara, de besarlo, de achucharlo. pero a la vez tenía miedo de no llegar a quererlo como Karla quiere a Carlitos.
y al principio fue muy duro. cuando nació Nico, fue precioso. bueno, miento. no es precioso, porque estas abieta de piernas, en un quirófano, lleno de gente mirando hacia el mismo sitio, y con un señor entre tus piernas que empuña unas tijeras enoooooormes para rajarte "el valle y el monte que hay bajo el ombligo". precioso, la verdad no es.
y cuando te ponen al bebe por primera vez en los brazos, ni siquiera esta limpio. está cubierto por una especia de grasa blanca que dá mucho asco, y que huele fatál. aún así, le miré a la carita y me sorprendí pensando que no era tan feo como yo esperaba. que incluso con ese cordón medio colgando, y ese moco blanco y rojo que lo recubre, no está tan mal como pensaba. incluso cuando lo laven puede ganar mucho este niño.
pero cuando te lo traen a la habitación, aunque la cabeza no deja de darte vueltas por la anestesia, al mirarle los ojillos cerrados, esos deditos tan pequeños, esa naricita que parece un garbanzo... te das cuenta de lo desprotegido que está, y nace dentro de ti un instinto casi felino de protección. incluso cuando las enfermeras se lo llevan para pesarlo y medirlo, paseas por la habitación del hospital como una loba que le han llevado a su cachorro hasta que lo traen de vuelta.
tu bebe es lo primero y tienes que defenderlo de los peligros del mundo exterior al que lo has traido al mundo. ya ves tú.
cuando sales del hospital, entonces empieza el lío. todo el tiempo lo empleas en lavarte el pecho, darle el pecho, cambiar pañales, dormir al niño, el niño no se duerme, etc. y todo esto cada tres horas!!! tus ojos al decimo dia estan ensangrentados y te escuecen de no dormir. estas del niño hasta las narices, y te preguntas si ese sentimiento tan negativo es porque eres una mala madre. es decir, que además (por si aún no tienes bastante) te sientes culpable. ah! y todo ésto en el marco de un bonito desajuste hormonal, encontrándote desestabilizada emocionalmente y claro, culpando de todos estos males al pobre hombre que se atrevió un día a plantearte que quería tener una familia contigo.
pues que nadie se preocupe. toda madre que llegue hasta aquí y que pase por todo ésto, sabe de que hablo. es sólo una fase. ¡¡una fase!! estamos cansadas, más que eso, ¡¡agotadas!! y sólo necesitamos dormir, descansar, y sobre todo, saber que toooooda esa responsabilidad de haber traido a un pobre bebe a este mundo no pesa sólo sobre tus hombros.
nadie te exige que seas una supermamá desde el primer día. y la que diga que lo ha sido, miente como una bellaca. desde luego, el roce hace el cariño, y cuando esa montaña de pañales y de ropa sucia va disminuyendo, cuando consigues alargar las tomas a seis horas, y sobre todo, cuando el "Duermete niño" empieza a hacer sus efectos (y os juro que los hace) , la maternidad resulta algo impresionante. aprendes a relajarte y a disfrutar de tu bebe, como lo hago yo ahora.
Nico es un niño delicioso, simpático, dulce, cariñoso, tierno, suave... pero sobre todo, lo que más me gusta de mi hijo, es que me cae muy bien. hemos pasado una semana fantástica juntos, disfrutando mucho el uno del otro, aprendiendo juntos a pedir "agua", hemos comido gusanitos, hemos corrido por el cesped de casa y nos hemos mojado con la manguera. el ser madre no tiene porque ser aburrido o "casposo". es una de las expereincias más divertidas de esta vida. y la más gratificante.
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