23 agosto, 2006

posdata...


querido calabacín:

te escribo estas letras porque se a ciencia cierta que nunca leerás esto a tiempo... ahora mismo estás con otras verduras de este cajón de la nevera disfrutando de una buena "tempura", mientrás yo pienso en tí y en mí, y en lo mejor para los dos, y en le futuro de este cajón de la nevera en el que nos encontramos

aunque hemos hablado muchas veces de lo preocupante y ajetreada que es la vida de un calabacín en estos tiempos que corren, de las cosas que te agobian, de las cosas que crees que me agobian, de las historias para no dormir de otras frutas (menos sabrosas, por cierto), el caso es que hemos hablado poco de lo dificil que es para un melocotón salir adelante dentro de esta nevera

claro, quizá la vida de un melocotón, comparada con la de todo un calabacín, es menos apasionante... si por un segundo pararas a escuchar con las orejas de tu corazón, calladito, en límpio silencio, llegarías a escuchar los latidos de mi patata

pero para eso hay que tener algo que falta desde el principio en este cajón de la nevera... tú

así que sirvan estas letras como testimonio de un melocotón que se convierte en mermelada cuando te ve; de los cuatro colores que podiamos elegir, el rojo infernal, el verde picante, el blanco puro y casto o el negro, me decanté por el negro, soñando despierta que un día tu y yo construiriamos algo juntos

pero desperté del sueño, y ví que un sólo melocotón no basta para cosntruir por los dos, y esperar y esperar... esperar sin que nada ocurra

quiero que, por una vez siquiera, alguien proteja mis sueños mientrás duermo, y el calabacín que soñé una vez tiene demasiadas cosas que proteger, tantas que me confundo entre ellas y acabo por hacerme pequeña en un rincón de este cajón

te quiero mucho, pero también he de quererme a mí... y aunque amarse signifique no tener que decir nunca lo siento, esta vez tengo que pedirte perdón por no ser tan fuerte... quizá esté demasiado maduro como para aguantar tantos golpes

aún así, seguirás siendo el calabacín especial de siempre para mí, ocupando un lugar también especial dentro de la patata

un beso, que nunca recibirás

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